martes, 22 de octubre de 2019

Argentinos fuera de Argentina



   En Barcelona se escucha el acento argentino más que cualquier otro acento por las calles. La ciudad con más argentinos fuera de Argentina. Con más de 50.000 empadronados en la ciudad, inspira a pensar que el número de personas no empadronadas y las personas sin documentación, duplicarían la cantidad de empadronados. Teniendo en cuenta que la población actual de la capital catalana supera el millón de habitantes, pero no llega a los dos millones, al menos el 7 % de la ciudadanía corresponde al río de la plata.
 Lo que es cierto que en el resto de España hay más de un millón de argentinos residentes y en el resto del mundo las cifras de legales e ilegales asciende a los 4 millones de personas que emigran constantemente de Argentina buscando un futuro mejor para sus hijos, ya que no creen que en el país de origen les brinde la seguridad física y financiera para formar y cultivar a sus familias.




Esta realidad inspira a pensar que hay al menos un 10% de los habitantes decide vivir en el extranjero y son, en muchos casos, de las personas más “productivas” en el sentido de desarrollo de la sociedad. Mentes que podrían mejorar los problemas estructurales de la nación, o gente que al menos tiene ganas de trabajar y dejan sus impuestos productivos en otros países.
Cada argentino que visita España o Estados Unidos, hace sus compras en el extranjero y deja sus impuestos y valor agregado en otras naciones. Sumado a esta situación, el éxodo de mentes y fuerza de trabajo, no solamente se vuelve una cuestión impositiva que perjudica los ingresos fiscales argentinos, sino que mucha gente ahorra en dólares, con todo el criterio del mundo por la devaluación constante, sino que sus inversiones y capitales terminan siendo “aportados” a países más ricos y cada vez Argentina se vuelve en un gran pollo que cada vez se le escapan más y más pollitos, dejando la granja sola y sin capacidad productiva.

Son siempre los grandes intereses los que mueven al mundo y a sus economías. Cada la gente cree menos en la prosperidad en sus propias tierras y quieren volver a sus raíces europeas o a buscar nuevos horizontes.

En la tierra de las oportunidades y que le abrió las puertas a los extranjeros para que hagan sus vidas, se volvió en la tierra del éxodo y desolación.


Seguramente en los 30.000 desaparecidos en la última dictadura militar, se encuentran muertos gran parte de la diligencia política que tendría que llevar al país a consolidarse como un país serio y creíble. Esto explica en parte, porque en los debates presidenciales encontramos a personas que no tienen la capacidad de velar por los intereses republicanos, y nos encontramos decidiendo entre el “menor de los males” y no elegimos desde hace décadas a un buen candidato que sepa llevar el “barco a buen puerto”.

Muchas personas de principios claros y con ganas de vivir en una sociedad más organizada emigran para sentirse “cómoda” en una sociedad que los ampare y les brinde los derechos y garantías constitucionales que se merecen. Seguimos viendo siempre la posibilidad de quedarnos y pequeños privilegios que le quitamos a otro por las injusticias sociales a que nos arrastra la clase política. El sistema impositivo argentino es una de las mayores fraudes del siglo XXl y la corrupción la generamos por imitación de los malos comportamientos que vemos desde que somos chicos. Somos una sociedad corrupta y corrompida.


¿Es bueno o malo que los argentinos vivan afuera de las fronteras nacionales? Es bueno en el sentido de que si estas personas en algún momento vuelven al país, podrán dar el ejemplo de sociedades mejor establecidas y dar el ejemplo con sus conocimientos. Es malo en el sentido de que al menos un 10% del mercado interno y gente que aportaría a nivel social y financiero lo decide hacer en otros países.

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