Lo que es cierto que en el resto de España hay más de un millón de argentinos residentes y en el resto del mundo las cifras de legales e ilegales asciende a los 4 millones de personas que emigran constantemente de Argentina buscando un futuro mejor para sus hijos, ya que no creen que en el país de origen les brinde la seguridad física y financiera para formar y cultivar a sus familias.
Esta realidad inspira a pensar que hay al menos un 10% de
los habitantes decide vivir en el extranjero y son, en muchos casos, de las
personas más “productivas” en el sentido de desarrollo de la sociedad. Mentes
que podrían mejorar los problemas estructurales de la nación, o gente que al
menos tiene ganas de trabajar y dejan sus impuestos productivos en otros países.
Cada argentino que visita España o Estados Unidos, hace sus
compras en el extranjero y deja sus impuestos y valor agregado en otras
naciones. Sumado a esta situación, el éxodo de mentes y fuerza de trabajo, no
solamente se vuelve una cuestión impositiva que perjudica los ingresos fiscales
argentinos, sino que mucha gente ahorra en dólares, con todo el criterio del
mundo por la devaluación constante, sino que sus inversiones y capitales
terminan siendo “aportados” a países más ricos y cada vez Argentina se vuelve
en un gran pollo que cada vez se le escapan más y más pollitos, dejando la
granja sola y sin capacidad productiva.
Son siempre los grandes intereses los que mueven al mundo y
a sus economías. Cada la gente cree menos en la prosperidad en sus propias
tierras y quieren volver a sus raíces europeas o a buscar nuevos horizontes.
En la tierra de las oportunidades y que le abrió las puertas
a los extranjeros para que hagan sus vidas, se volvió en la tierra del éxodo y desolación.
Seguramente en los 30.000 desaparecidos en la última
dictadura militar, se encuentran muertos gran parte de la diligencia política que
tendría que llevar al país a consolidarse como un país serio y creíble. Esto
explica en parte, porque en los debates presidenciales encontramos a personas
que no tienen la capacidad de velar por los intereses republicanos, y nos
encontramos decidiendo entre el “menor de los males” y no elegimos desde hace décadas
a un buen candidato que sepa llevar el “barco a buen puerto”.
Muchas personas de principios claros y con ganas de vivir en
una sociedad más organizada emigran para sentirse “cómoda” en una sociedad que
los ampare y les brinde los derechos y garantías constitucionales que se
merecen. Seguimos viendo siempre la posibilidad de quedarnos y pequeños
privilegios que le quitamos a otro por las injusticias sociales a que nos
arrastra la clase política. El sistema impositivo argentino es una de las
mayores fraudes del siglo XXl y la corrupción la generamos por imitación de los
malos comportamientos que vemos desde que somos chicos. Somos una sociedad
corrupta y corrompida.
¿Es bueno o malo que los argentinos vivan afuera de las
fronteras nacionales? Es bueno en el sentido de que si estas personas en algún momento
vuelven al país, podrán dar el ejemplo de sociedades mejor establecidas y dar
el ejemplo con sus conocimientos. Es malo en el sentido de que al menos un 10%
del mercado interno y gente que aportaría a nivel social y financiero lo decide
hacer en otros países.