Esta fue la primera fotografía que tomé al llegar a Berlín, en septiembre de 2014. Parado en el centro de la Isla de los Museos comencé a observar a esa niña que a unos pocos metros de su madre, se acercaba a los turistas pidiéndoles dinero. Me resultó muy fuerte, porque desde mi ignorancia, en el último lugar donde esperaría ver pobreza, era allí, en el centro de Europa, en la capital alemana, en el centro de Berlín. Segundos antes de sacar la foto me di cuenta, que las personas a las que la niña les estaba solicitando dinero, no tenían manera de darle unas monedas, porque no tenían brazos.
Luego de visitar algunos Museos y lugares imperdibles de la capital alemana, fui a una visita guiada gratuita al parlamento alemán. Una obra arquitectónica del norteamericano Norman Foster, en la cual se quiso representar la transparencia de la política alemana actual y de sus gobernantes por medio de un sistema de espejos, y a su vez, con un espacio para circular y observar a los ministros en plena acción desde arriba, así como si el pueblo estuviera por encima de sus gobernantes, y no al revés, al menos eso quisieron representar. Me pareció un mensaje muy interesante para el pueblo y la importancia del poder que este tiene por medio de su sufragio. Quise entender la importancia actual de la política alemana dentro de la Unión Europea y por qué en este momento es tan determinante las decisiones de Angela Merkel, que hacen que esta nación sea la locomotora de este tren europeo. Recordé que durante todo el siglo XX, incluso antes, desde que Alemania sea un estado unificado, su posición en Europa y el mundo siempre fue completamente central y determinante. Me cuesta entender que en un lugar de tanto poder cultural y económico, haya gente que pasa hambre o vive en la calle, me bastaba con creer que por cada estado central europeo rico, habría 30 países subdesarrollados pasando hambre y ahí terminaba la ecuación.
Pienso en los tres polos económicos que me hicieron estudiar en la escuela, Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, y me acuerdo que China será la primera economía mundial en el 2022 y me da miedo. Recuerdo que Putin en Rusia está queriendo remontar a la idea de Unión Soviética y nuevamente pienso en el rol de Alemania en el mundo. La idea de un estado pequeño, pero súper poderoso, con mucha calidad en todo sentido, tratando de unificar Europa a la fuerza en la primera mitad del siglo XX y pagando cualquier precio para intentar conseguirlo. De hecho el Estado alemán terminó de pagar los gastos que los aliados le adjudicaron de las dos guerras mundiales en diciembre de 2010.
Viendo la final del mundial de fútbol que Argentina disputó ante la selección teutona, días antes de llegar a Berlín, me sorprendió que los jugadores alemanes no cantaban el himno, y le pregunté a mi amiga alemana, por qué, y me respondió, que por la verguenza por lo ocurrido en el holocausto en los 40s. Si no hay chiste para hacerle a un alemán, es a cerca del nazismo. El nombrar el asunto automatiza a la gente a la seriedad y a la verguenza. La responsabilidad que esta gente asume por las ideas absolutistas y extremistas de un grupo político los dejará marcados de por vida. En el colegio desde que son muy niños se les enseña la historia con lujo de detalle por que si algo quieren, es que la historia no se vuelva a repetir. El nivel de exposición de esta faceta histórica es al extremo, " que si la historia está, es para aprender de ella" me parece el mensaje que se quiere transmitir. Estas placas se encuentran en las veredas frente a las puertas de las casas de donde habitaban judíos que fueron llevados a los campos de exterminio nazis. En las placas se pone el nombre, fecha y lugar de nacimiento, fecha de deportación y campo en el que murieron. Se encuentran en casi todas las calles de Berlín.
Lo que más me sorprendió fue la ubicación del Memorandum del Holocausto Judío, el municipio cedió un predio para su construcción que está ubicado en una de las manzanas más centrales de la ciudad. Pensé " si los franceses hubieran hecho este desastre, y se vieran forzados a hacer un memorandum como éste, seguro lo harían en algún lugar de las afueras de París". No dejo de sacarme el sombrero ante la grandeza de este pueblo y su capacidad de adaptación y mutación. Dicen que hoy en día Berlín es la ciudad más tolerante del mundo, se puede ver en la calle, en el subte, en todos lados como cualquiera puede tener una gallina en la cabeza y nadie te va a decir nada, creo que lamentablemente se llegó a esto luego de un proceso horrible, pero a lo hecho pecho, es más
Esto que parecen "ataúdes" es el Memorandum, y en realidad el arquitecto, un norteamericano judío de Nueva York, nunca explicó ciertamente que quiso manifestar con esta obra, solo aseguró que definitivamente no eran ataúdes. Uno empieza a caminar entre las figuras que parecieran ser todas iguales, rectángulos grises, como si fueran gente sin identidad, el piso es irregular, y de repente cuando estás cerca del centro, dejas de ver salidas, cada uno tendrá su interpretación de la obra pero puedo manifestar que la sensación que te genera estar metido en medio de eso es sofocamiento, es horrible. Tal vez el arquitecto le quiso mostrar a los otros pueblos del mundo lo que sintieron ellos en esa oscura etapa de su historia.
Berlín es una de las capitales mundiales del arte callejero, por lo tanto el cemento con el que están contruidos estos bloques tienen un material en su mezcla que es antiaderente, en el caso de que algún neo-nazi quisiera ir a hacer pintadas antisemitas, serian faciles de limpiar. Una periodista de la televisión alemana hizo una investigación, donde demostraba que la empresa que producía este material anti-aderente, era la misma empresa que fabricaba los gases para las cámaras de exterminio durante el olocausto y esto generó mucha controversia en los medios. La empresa terminó regalando este material. Aún así, el arquitecto ya se había vuelto a Nueva York, dejando la obra a medio hacer y sin intención de terminarla. Un día su peluquero de la quinta avenida de la gran manzana le dijo que no podía dejar de trabajar por cosas así, que si por eso fuera no podría subirse a un colectivo porque es marca Mercedez Benz, como los carros alemanes, que no podría volar por Lufthansa, porque era la marca que fabricaba los aviones durante la guerra, que no podría usar sus prótesis dentales ni los productos que para su cabello, porque son producidos por la misma empresa que había fabricado 60 años antes el gas industrial. Días después el arquitecto volvió a Berlín y terminó su obra.
No hay sistema de gobierno perfecto, ni igualdad social, de condiciones o estados. Siempre habrá quien piense que puede vivir del pasado, y también habrá quien piense que puede pedirle peras al olmo. Así como habrá una nena que le pida dinero a alguien quien tal vez tenga para darle pero no tenga forma de darle, así como gente con malas intenciones y buenos actos, como personas con buenas intenciones y malos actos. Como también habrá quienes formen parte de un sistema productivo, y se enteren años después que formaron parte de un genocidio.
Fotos y texto: Norman Clinckspoor
No hay comentarios:
Publicar un comentario